Ya hace tiempo que tenía en mente elaborar una pequeña guía para una escapada a Dublín pero no encontraba el momento. Pues ese momento ha llegado. Hace algunos meses pasé 4 días en la capital de Irlanda, y las cosas como son, tampoco tenía grandes expectativas al respecto. No podía estar más equivocada. Dublín es una ciudad viva, joven y con unos rincones maravillosos para relajarse. Así que después de mi experiencia en la cuna de la Guiness, he elaborado una lista de mis imprescindibles por si os dejáis caer por esta ciudad del norte de Europa a la que la única pega que le encuentro es la lluvia.
Una de las paradas obligadas es el Mercado de George’s St. Arcade. Está en el barrio de Soda, muy cerca del hotel Kellys donde estuve alojada. Recuerda al Soho neoyorquino, con los edificios de techos altos, paredes de ladrillo y ventanas con arco de estilo gótico. Este mercado es un pequeño universo de artículos de segunda mano, principalmente libros, ropa y complementos.
Muy cerca del Mercado está una de las boutiques de moda vintage que es toda una referencia en la ciudad. Se llama Arlequin y al entrar ya te das cuenta de que estás en un lugar especial. Tiene dos plantas y un surtido de sombreros que quita el hipo. La estética del lugar bien merece una visita.
Mi siguiente recomendación sale en todas las guías al uso pero es que no te puedes ir de Dubín sin perderte por el barrio de Temple Bar y tomarte una buena pinta de Guiness. De la misma forma que no os aconsejo ir a la míica fábrica de cerveza, sí que es imprescindible entrar en un pub y mezclarse con los dublineses a media tarde. Además, este barrio no solo sorprende por su colorido sino también por la variada oferta de música en directo, desde la más tradicional hasta la más actual, en la calle o en el interior de los locales.
El edificio más emblemático de Dublín es el conjunto que alberga la Universidad, el llamado Trinity College. Pasear entre las facultades y respirar un poco de la agitada vida universitaria de este recinto académico, es algo que vale la pena experimentar, como también, visitar la antigua biblioteca. Te dejará con la boca abierta.
Aunque para bibliotecas con encanto, la sorprendente Chester Beatty. Se encuentra detrás del Castillo de Dublín, casi escondida, pero es uno de los lugares con más mística en los que he estado. Se respira muchísima paz. No sólo dentro del edificio, que es una maravilla, sino en todo el recinto que lo rodea. Tomarte algo en la cafetería es una delicia como también darse un garbeo por la tienda. Además, la colección que alberga esta biblioteca es digna de admirar. Hace un recorrido por la historia de la imprenta a través de la cultura nipona y árabe principalmente.
Otra recomendación es la de dar un paseo por el barrio georgiano. En mi caso fue mi perdición. Con lo que me gusta fotografiar puertas, casi me vuelvo loca!
No olvidéis pasar al otro lado del río Liffey, el que cruza la ciudad, a través del puente HaPenny. No es el Pont des Arts de París pero también tiene su encanto. No pude ser más suertuda porque que justo salió el sol cuando me acerqué a este característico enclave.
Dublín es una ciudad pequeña así que con un par de días es suficiente para visitarla. Si os sobra tiempo no dudéis en hacer una incursión a la Irlanda más profunda. A poco más de una hora está el Valle de Glendalough y merece mucho la pena conocerlo. Yo contraté un Tour en la Oficina de Turismo y el precio es más que razonable. Mejor eso que alquilarte un coche. Si habéis visto la película ‘PD: Te Quiero’ os sonará la primera imagen. Es el puente donde se conocen Holly y Gerry. En ese mismo punto se rodó la escena. Teniendo en cuenta que la película me encanta (la tengo en dvd), me hizo gracia estar en el mismo lugar que Hilary Swank y Gerard Butler.
La excursión por el Valle de Glendalouhg es un espectáculo natural que deja sin palabras a cualquiera. Yo viajé en otoño y claro, las tonalidades de las hojas de los árboles son una auténtica maravilla en esa época del año. El día lo empezamos con un tiempo de perros, lluvia y viento, pero al llegar al gran lago, salió el sol.
Imágenes: © TocTocVintage!
Y no podía finalizar la ruta sin mi particular descubrimiento. Una cafetería como las que a mí me gustan. Pequeña, con un mostrador repleto de dulces, vajilla antigua y muebles de estética vintage. Se llama Peacock Green, y está al lado de la Catedral de Dublín. Os arrepentiréis si no probáis su pastel de manzana…
Uff, qué ganas me han entrado de viajar a Irlanda después de leerte. Algún verano me aventuraré por la isla esmeralda… ¡Gracias por esta estupenda microguía! te tomo cada palabra 😉
Que pasada!! Estuve en Dublín hace un montón de años y claro, lo vi de otra manera. Desde luego aquí puedo encontrar muchos tips y el valle… me he enamorado! Vaya sitio, espectacular!! Besos! Carmen
Es uno de mis viajes soñados, gracias por enseñarlo así de bien!!
Bss
tengo que ir, se lo prometí a mi padre – muy fan de joyce – y hasta ahora no lo he hecho… no es que me falten ganas precisamente!
lo del pastel de manzana me mató, no sabes cómo me pueden gustar los postres de manzana! >_<